Por los cuartos de final, también ganaron Jockey, Alemán y Don Orione.

Por Maxi Salgado 

En un espectáculo digno de odas y gestas legendarias, Regatas empuñó su valor para despedir al coloso, al gran campeón de tiempos pretéritos, los Talleres de Pablo Stharinger. Con un triunfo consagrado en tierra ajena, el Lago elevó sus estandartes hacia las nubes, nutriendo su moral para encarar las batallas venideras en las semifinales. Fue un canto al coraje, un 4 a 2 resonando en el eco del esfuerzo, gestado por la mano maestra de Pablo Longo.

Mientras tanto, Alemán resplandece en su apogeo, ungido como el mejor de la serie regular, su paso victorioso avasalla y deja estelas de grandeza. Con una victoria apabullante de 4 a 1 sobre UNCuyo, el equipo vuelve, tras largo tiempo, a las puertas de los cuatro mejores, sellando un regreso triunfal que reverbera esperanzas y pasión.

Los cuartos de final, campos de juego impregnados de historias y susurros de grandeza, presenciaron al Jockey, campeón del mundo, desafiar su propio destino. Superando a Cementista, anhela recuperar un título anhelado desde el año 2001, un renacer de sueños en cada paso, una búsqueda de glorias olvidadas.

La fiesta, vibrante y enaltecida, se desató en El Microestadio cuando Don Orione, en un duelo de voluntades, superó por penales a Godoy Cruz. Un paso que parecía una barrera, un salto de cuartos de final, marcando un sendero hacia la epopeya.

Cuatro colosos, héroes en su lucha, marchan con paso firme hacia la conquista de una nueva estrella, el renacer de la gloria que espera un nuevo dueño. La promesa de partidos épicos pinta el horizonte, la esencia del juego palpita en el aire. El infierno de la competición, tejido con encantos y fervores, guarda en su esplendor la llegada del triunfador.

 

02/12/2023